viernes, 20 de junio de 2008

Capítulo 2: La chica del casting...

La chica del casting…

Después de reflexionar mucho sobre los pros (tías buenas desnudas todo el día, fiestas y disfrutar del nuevo glamour del porno) y los contras (… bueno… es un trabajo) llegamos a la conclusión de que entrar en la industria del porno pasaría a los primeros puestos de nuestra lista de objetivos por cumplir lo antes posible, después de nuestra película, claro, somos gente responsable.

No nos cuesta mucho conseguir que nos dejen un estudio para hacer el casting, pero tiene que ser el fin de semana. Repetimos la misma operación, vamos a las escuelas de interpretación y a algunas agencias. Esta vez preferimos tener contacto directo con actores y agentes, no es que no nos gusten los otros empleados, sencillamente no nos interesa (… al menos hasta que decidamos ponernos con el porno y queramos volver a los viejos clásicos del fontanero, el electricista o del tipo que pasaba por allí).

El sábado estamos en el estudio a las diez y media. El casting empieza a las once, así que lo preparamos todo, una mesa, una cámara, unos focos y esperamos… algo debemos de estar haciendo mal, porque no aparece nadie… otra vez… son las doce y media, seguimos solos y nos preguntamos “¿Cuántas cajas de pizza llegamos a tener en la entrada de casa cuando vivíamos juntos?”, llevamos un par de horas sentados en un estudio vacío… es normal que la conversación de un par de vueltas, “¿100?”, lo que no es normal es la respuesta… “o mas”. Decidimos que puede ser un ejercicio estimulante y entretenido. Sacamos papel y bolígrafo, tardamos un rato en llegar a un consenso sobre la anchura de las cajas, una falange de mi dedo corazón. Luego discutimos un rato sobre la altura del techo de nuestro antiguo piso, como Javi no llegaba saltando y yo si, concluimos que, como en el fondo es una gilipollez y ademas le hicimos fotos a las columnas de cajas de pizzas, así que las podíamos contar con la foto por delante, usaremos una referencia aleatoria para nuestro ejercicio. Me chupo el dedo y salto con los ojos cerrados, cuando llego arriba hago una marca en la pared… Afortunadamente, cuando nos disponemos a contar cuantas falanges de mi dedo corazón había desde el suelo hasta la marca de saliva, aparece por la puerta la chica más bonita que habíamos visto en persona, era como si el mejor retocador hubiera hecho el trabajo de su vida con el photoshop. “¿Llego tarde al casting?”, esa chica no podría llegar tarde nunca, aunque apareciera dos días después de la cita…

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